lunes, 21 de noviembre de 2016

Adelante

Así llega, al fin el fin. Esa esquina que no queremos doblar, el instante que vivimos evitando, el momento en que, llenos de vértigo nos toca abandonar de un salto nuestro edificio en llamas.
Escapar de los escombros, salir en una balsa del barco que inevitablemente se hundirá. Ya sabes, apagar la fogata, tapar los espejos, soplar la vela. Barrer, quemar las naves, cerrar las cortinas, nadar a la orilla. Hacer maletas, saltar de nuestro coche sin frenos, abrir el paracaídas. Salvarnos la vida.
 Por que al final, es mil veces mejor cojear con nuestra vida en brazos, que bailar con el alma en brazas.

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